La Muralla de Segovia

La Muralla dividía Segovia en dos espacios muy diferenciados: la ciudad intramuros, habitada por las élites del poder, y la ciudad extramuros, con sus arrabales de hortelanos, artesanos y obreros. Las puertas y postigos del recinto amurallado eran los puntos de conexión entre estos dos espacios urbanos. 

Las funciones de la Muralla eran muy diversas. Si bien la fundamental era la defensiva al proteger la ciudad, no solo de enemigos sino también de epidemias, no hay que olvidar la fiscal. Ya que desde sus puertas se podía controlar la entrada y salida de mercancías. La Muralla tenía también una importante función simbólica: en el contexto de la Reconquista, representaba el poderío de las nuevas ciudades cristianas repobladas tras siglos de dominio musulmán. 

La muralla está compuesta de una serie de elementos que han ido variando o se han visto modificados a medida que sus funciones han ido evolucionando. Uno de sus componentes era el rastrillo o peine, una verja levadiza de madera o de metal que protegía el acceso al interior de cualquier recinto fortificado. Se elevaban o bajaban por medio de un sistema compuesto por cadenas o cuerdas unidas a cabestrantes.

Aunque se desconoce si la Puerta de San Andrés estuvo dotada de un mecanismo de este tipo, es probable que así fuera ya que aún se puede apreciar en el arco la ranura por donde caía este rastrillo. En uno de los paneles expuestos en el interior del cuerpo de guardia se presenta una recreación que permite ver cómo podría haber sido su rastrillo.